domingo, 22 de abril de 2007

El teatro venezolano

DAVID OSORIO: EL ÚLTIMO BRUNCH DE LA DÉCADA.
LOS OCHENTAS Y SUS EXCESOS
APROXIMACIÓN AL TEATRO VENEZOLANO
Ensayo de María Rondón


“Los homosexuales y los judíos son las dos minorías creativas sobresalientes en la cultura moderna actual. Creativos en el verdadero sentido: son los creadores de sensibilidades” Susan Sontag

En la primera mitad de la década de los ochentas, cuando en Venezuela importábamos y adaptábamos cándidamente a nuestra idiosincrasia los postulados de la revolución sexual y de la homosexualidad del Primer Mundo, el SIDA hizo su aparición en un contexto de extrema ignorancia (como sucedió también en Norteamérica y Europa ); pero sobre todo, con la ausencia en el escenario público de organizaciones solidarias con la comunidad gay (entonces el grupo de mayor riesgo), además de una crisis socioeconómica en proceso de profundización que propició el incontenible avance de este flagelo que, para ser contenido, demanda muchos más recursos de los que los gobiernos venezolanos le han destinado a lo largo de estos más de 20 años.
En los últimos años de la década de los ochentas, y sobre todo en la primera mitad de los noventas, las defunciones por SIDA se convirtieron en la noticia más repetida entre la comunidad gay de Venezuela y del mundo. Lo que comenzó siendo una noticia aislada y ocasional, se volvió en prácticamente una realidad para todas las personas, pues ahora era el amigo cercano, el conocido o el familiar quien estaba muriendo de SIDA. Desde entonces y hasta la fecha, el miedo al VIH y la contundente realidad de la enfermedad es general no sólo para la comunidad gay, hasta los heterosexuales se ha visto afectados. Y desafortunadamente, también la ignorancia y la indiferencia persisten, abonando con ello el campo para que la enfermedad prospere con su negro manto de soledad, muerte y tristezas.
El tema del SIDA fue trillado y trastocado desde las diversas esferas políticas, religiosas y culturales. Todas las instancias nacionales querían, de una u otra forma abordarlo, pero es en el teatro que el SIDA encuentra un medio de reflexión. El teatro venezolano, fue objeto de un inigualable patrocinio por parte del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, pero dicho mecenazgo sólo impulsó la manufactura indiscriminada de guiones sin profundidad, que carecían de un acertado tratamiento de la escena política y social de la época, además de escaso valor estético y artístico. Era evidente la divergencia temática entre los dramaturgos venezolanos de las últimas décadas, por tanto no era posible delimitar bajo un paradigma único la producción teatral vernácula. Con respecto a la configuración del teatro venezolano de las últimas décadas, el actor, director, dramaturgo, docente e investigador de teatro Carlos Dimeo (2006) señala en su obra El resplandor de las sombras

Para el teatro Venezolano, diremos especialmente que la tradición implicó una forma de modernidad propia. Ya que nuestra tradición no se funda en el continuismo y en la unidad, sino en la propia particularidad y en las diferencias.
Lo tradicional en el teatro Venezolano, está signado por la singularidad con la que los escritores trabajan y participan. Cada dramaturgo construye su propia esfera y poética dramatúrgica. En cada dramaturgo hay una innovación.(p,106)

Lo señalado por Carlos Dimeo es definitorio de la dramaturgia venezolana, la cual a diferencia de la foránea, no tiene un sello característico, sino que esta signada por una diversidad, no sólo en la estructura teatral sino en la atmósfera. El teatro venezolano adolece de la utilización de recursos que permitan esa aproximación del espectador con otras instancias mas intimas y que le identifiquen con el verdadero sentir del teatro. El no experimentar con recursos innovadores hizo del teatro venezolano quizás un producto de producción en masa, cuyo objetivo era sólo recrear, si dejar un espacio a la reflexión y al encuentro sugestivo. Esto se aprecia en lo señalado por Miguel Monasterio a continuación:
El teatro no se puede quedar sólo con el texto, descartando el resto de los recursos.(…). Descartar todo esto es disminuir al teatro, intelectualizarlo, y en consecuencia hacerlo distante de un público tendencialmente más masivo (1991. Entrevista).

El teatro venezolano de finales de los ochentas y principios de los noventas sucumbe ante el SIDA debido a la muerte, por este flagelo, de personalidades de notable influjo en las tablas vernáculas. Uno de los decesos fue el de Carlos Jiménez, el 28 de marzo de 1993 a los 46 años
Este trágico evento marcó un hito en las tablas vernáculas, ya que una gran mayoría de dramaturgos no pudieron evadir la realidad circundante y de esta manera surgen piezas teatrales, donde la homosexualidad es vista como la representación, no de la decadencia humana como se había acostumbrado a enfocarla, sino como una consecuencia de los sistemas culturales, políticos y sociales que lejos de valorar al hombre y sus diversas dimensiones cercena y degrada su identidad sea esta cual fuere.

En este contexto David Osorio escribe la pieza El último brunch de la década, la temática muestra la otra cara del SIDA y la homosexualidad. Abordando lo cotidiano y lo ordinario de la existencia de cuatro personajes representativos mediante los nudos o momentos límites de la vida misma.

Osorio logra infiltrarse en la intimidad gay para ventilar una realidad cruda, plena de irreverencias y estragos. El tema de la homosexualidad por su importancia ha sido retomado en la literatura, en especial la dramaturgia, en diversos periodos, ya que la condición gay se ha atacado como aspecto genético, como mal social, como parte de un plan universal. Sin embargo muchos psicólogos han llegado a la conclusión, de que es simplemente una Orientación sexual Para Osorio la homosexualidad es más que una desviación humana , es el espejo que permite reflejar la realidad social de todos los contextos históricos, por cuanto desde que el mundo es mundo, desde Sodoma hasta nuestros días ha habido y habrá homosexualidad.

La obra El último brunch de la década se estrenó con notable éxito el 09 de noviembre de 1993 bajo la dirección de Daniel Uribe. Por esta pieza de excelente factura David Osorio obtuvo el Premio “Esther Bustamante” del Nuevo Grupo de 1991.

A continuación se realizará un análisis de dicha pieza, la cual fue seleccionada por el acertado tratamiento de la pluralidad sexual humana. El presente ensayo pretende ser un aporte sin precedente debido a la escasa información que en Venezuela se encuentra sobre el teatro de temática gay, aun cuando el teatro vernáculo siente fascinación por los personajes desviados, el travestismo y la homosexualidad, resulta insuficiente lo que sobre el extraordinario influjo y el background de estas minorías se ha escrito.
El último brunch de la década, la fiesta que termino mal
“El exceso es el veneno de la razón”
Francisco de Quevedo

Al concluir, es mi deber dejar un testimonio muy sentido sobre el influjo de los ochentas y los noventas, por la importancia socio cultural que estas décadas legaron a los adultos contemporáneos del nuevo milenio (fue la época de mi adolescencia). Al hablar de BRUNCH la contracción de las acepciones inglesas para desayuno – almuerzo: breakfast y Lunch, el autor nos ubica en esas interminables orgías, donde los mortales se metamorfoseaban en seres perfectos capaces de vivir intensamente, llenos de excesos. Esta es quizás – y con respecto al tema sólo especulo- el origen del titulo de la obra teatral de David Osorio a la cual nos hemos aproximado en estas líneas. El último brunch de la década, encarna ese despertar a una realidad terrible, cruda, para la cual una generación entera no estaba preparada. El brunch ese desayuno tardío que se funde con el almuerzo, permite recapitular sobre las exhuberancias y acciones desproporcionadas de la orgía anterior. Los cuatro amigos de Manhattan despiertan a una realidad dolorosa que les hace aceptarse entre si, sin condiciones ni estereotipos. La tragedia del SIDA los cubre con un velo de solidaridad, que les permite seguir a pesar de las limitaciones que este flagelo impone a la vida humana.

El amor y la muerte emergen como los nudos tensores del drama, el amor homosexual entre Santy y Marco en la obra es sublime, el tratamiento de la homosexualidad ha sufrido distintos vaivenes a lo largo del tiempo y fue sucesivamente aceptada, rechazada, perseguida o reconocida. En la elección homosexual confluyen tantos parámetros como en cualquier otra actividad sexual, lo que indica que nunca se podrá entender a través de uno solo de ellos. Es decir que no podemos analizarla con el exclusivo prisma de la moral o de lo legal, o desde una óptica psicoanalítica o desde el placer.

Es por ello que David Osorio nos presenta una pieza teatral sencilla que explica francamente, y en todas las dimensiones humanas posibles la relación gay sin juicios peyorativos. Los excesos son el complemento social, la droga y la liberación sexual, se presentan más que antivalores como tendencias de una época.

Los cuatro personajes: Santy, Marco Nico y Karen encarnan a esos miles de venezolanos que vieron en el éxodo la oportunidad de salir del tercer mundismo, que buscan una vida snob, clasista y llena de placeres. Pero que luego de las múltiples aventuras y de la incursión al reino de Dionisio, retornan a la realidad encontrando un vacío y a la muerte rondando inerte en sus vidas.

La homosexualidad de Santy, Marco y Nico no se muestra en la obra en un sentido literal sino para marcar ese rasgo de alteridad, pero sin radicalizar la diferencia. Estos personajes están en clara oposición al mundo que les rodea por su peculiar sensibilidad y sexualidad. El final, aun cuando no se presenta en la pieza, está implícito, quizás los cuatros amigos no llegan a afrontar realmente su situación ni llegan a vencer las circunstancias sociales adversas sino que acaban trágicamente con la muerte o se refugian en un mundo ilusorio del que difícilmente podrán escapar.

El último Brunch de la época es un testimonio de una sociedad decadente que cercena a las minorías, arrastrándolos a la clandestinidad, y lo que es peor aún, causando su propia destrucción. El tema tratado por David Osorio en esta obra trasciende las esferas de la realidad venezolana otorgándole a esta pieza la estructura y la talla de un clásico, que se extiende en tiempo y espacio, y describe la existencia humana con profundidad ontológica.

Santy. Tengo miedo
Marco: (Abrazándolo) ¿Por qué? no va a pasar nada
Santy: Tengo miedo
Marco: No hay porque tener miedo. Estamos bien. Estamos juntos .Estamos vivos
Santy: Tengo miedo
(Apagón. Se distingue sólo el árbol de navidad, que continúa brillando intermitentemente)

FIN




1 comentario:

Jhon Bogado dijo...

FELICITACIONES TÍA MAYO POR TODOS LOS TRIUNFOS QUE TE DA LA VIDA , ME SIENTO MUY CONTENTO POR TU S LOGROS EN LA EDUCACIÓN , MI CONCEJO ES QUE SIGAS CON TUS METAS Y NO TE SIENTAS TRISTE POR LOS PROBLEMAS DIARIOS ,PORQUE TU TIENES YA EL ARMA PARA SEGUIR ADELANTE , COMO TODA UNA MUJER PROFECIONAL Y ERUDITA, ASI Q PASCIENCIA Q DESPUES DE LAS TESPENTADES BIENE LA CALMA.. MUCHO CARIÑO TU SOBRINO JHON ROCCO ..JEJEJE